Octavilla de la serie redactada probablemente por San Josemaría durante su estancia en La Legación de Honduras, en Madrid, en la que estuvo refugiado durante la guerra civil. Es una temática muy presente en la predicación y en la notas y cartas de aquellos meses.

San Josemaría tenía una gran preocupación para dar un tono de altura humana y sobrenatural en el ambiente de los refugiados en aquella Legación, que tendía a deteriorarse.

Esto hacía que San Josemaría tuviera una sensibilidad muy despierta ante la actuación cotidiana de los que le acompañaban.

El texto parece reflejar una conversación con alguien que –aprovechando las circunstancias o sufriéndolas– no era coherente con su fe.