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Capítulo
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Punto 405
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Comentario
Este punto, transcrito por San Josemaría en el Cuaderno, como he dicho, a continuación del anterior, apareció también en el impreso de Consideraciones espirituales de Cuenca. Sin embargo, no se trata de un texto unitario desglosado en dos puntos, sino que ya en el Cuaderno están escritos como unidades autónomas. Esto me lleva a pensar que fueron anotados en la cuartilla en momentos diferentes. El clima de las anotaciones de ese día, que refleja, como se ha dicho, el de los quince días precedentes, está lleno de gozo: había sido inaugurada y bendecida la Academia DYA. Por eso, la recurrencia del tema del fracaso en las notas, que podría ser el reflejo de una cuestión personal purificada en la oración, parece más bien, en este caso, el ánimo y el impulso sobrenatural dado por Dios a un alma que se veía fracasada. Este punto, con el anterior y el siguiente, forman la unidad temática dedicada al «fracaso» en la vida del cristiano, fracaso que sólo puede entenderse y asimilarse desde la humildad: ésta es la tesis de San Josemaría. El fracaso solamente hunde al que se mueve por orgullo. Para el que confía en el Señor, el fracaso se hace «éxito», porque nos hace humildes y nos lleva a aprender y a rectificar. De ahí que el «fracaso» no provoque hundimiento, sino acción de gracias «y ¡a comenzar de nuevo!». La doctrina de San Josemaría es como una glosa a la palabra paulina: «cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Co 12, 10) |