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Punto 66
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Comentario
Después de tratar de la dirección espiritual y del director espiritual, San Josemaría comienza con este punto una serie de diez dedicados a la figura del sacerdote, que es al que de ordinario acuden los fieles en busca de ese consejo para su vida cristiana. La perspectiva en la que se sitúa San Josemaría es muy determinada: que los fieles capten el «misterio» del sacerdote en la Iglesia, y actúen en consecuencia, con respeto y veneración al sacerdote. Son puntos escritos para los fieles. Por eso es interesante ver lo que decía a los sacerdotes –o a los futuros sacerdotes– a la vez que escribía estos puntos de Camino. Pedro Casciaro es el que declara:
Este punto 66 es normativo para el conjunto de los diez, tanto que estimará necesario repetir el «alter Christus» en el punto siguiente. El texto procede del Cuaderno VI, nº 874:
En realidad San Josemaría no hace sino recoger la doctrina y la terminología acerca del sacerdote que configuraba la tradición católica (en el punto siguiente dirá que es cosa «sabida») y la espiritualidad sacerdotal. El Papa San Pío X en 1908 expresaba esa tradición con concisas palabras:
El Cardenal Mercier, en 1919, durante su Retraite prêchée à ses prêtres, se pronunciaba sobre el tema en estos términos:
Los demás Papas del siglo XX han usado también con frecuencia este adagio tradicional. La expresión tiene dos sentidos en la literatura espiritual y teológica, perfectamente recogidos en el texto de San Pío X. San Josemaría lla utiliza aquí (y en el punto siguiente) en el sentido que podríamos llamar «indicativo» o «teológico-sacramental», que es el primero en el texto del Papa y al que volverá Pío XI [5], escrito ya el punto de Camino; y, para subrayar este sentido sacramental, agrega entre guiones: «quien sea», es decir, no depende el «alter Christus» (en este primer sentido) del grado de santidad del sacerdote [6]. Pero los autores espirituales [7] y el Magisterio ulterior [8] utilizan también el adagio sacerdos alter Christus en sentido derivado, que es el segundo en el texto de San Pío X y que podríamos llamar «imperativo» o «teológico-espiritual»: exigencia en el sacerdote de ser y vivir como Cristo, de «ser otro Cristo» para los demás. Es claro que el sentido imperativo tiene su fundamento en el indicativo. Todo esto, que San Josemaría tenía muy vivo ya desde el Seminario, sentía la necesidad de transmitirlo a los fieles, especialmente el sentido teológico-sacramental, porque les ayudaría a comprender y respetar a los sacerdotes, incluso a los que fueran personalmente poco dignos [9]. Pero esta urgencia de transmitir a otros el misterio del sacerdote hay que ponerla en relación, me parece, con la renovada autoconciencia de su propio sacerdocio, que le fue concedida en los Ejercicios Espirituales que hizo en Segovia el mes anterior a nuestro texto, donde sacó este propósito (el noveno de una lista de once):
Este sentido del respeto al sacerdote, fundado en el objetivo misterio sacramental que porta consigo, aparecía ya, con otra formulación, en esta nota de dos años antes, cuyo fundamento es éste: todos los sacerdotes son uno y el mismo: Cristo: «Porque ésa será otra característica de la Obra de Dios: la profunda veneración y respeto que todos sus miembros manifestarán, de palabra y obra e interior sentir, a todos los sacerdotes, de cualquier familia religiosa que sean, de cualquier nación, de cualquier raza: porque el sacerdote –a fin de cuentas– es siempre el mismo y uno: Cristo» [11]. En sus Ejercicios Espirituales de 1933, en Madrid, anotó:
Siempre, la tradición católica del sacerdocio: la realidad sacramental en cuanto que fundamenta y exige la entrega apostólica. San Josemaría Escrivá, profundizando en el sentido originario del Bautismo, configurador de toda la existencia cristiana, llegó más tarde –como hemos apuntado en comentario /2– a la conclusión de que el «alter Christus», tanto en el sentido sacramental (indicativo) como en el espiritual (imperativo), era también válido para el cristiano ut talis. El tema se incoa en el propio Camino, en la fase redaccional de Burgos (1938) –vid p/687, que se mueve en el ámbito del sentido teológico-espiritual–, y se hace patente en los escritos posteriores:
Y, en su homilía titulada Vocación cristiana, esta doctrina es como la síntesis de esa vocación. Así acaba la homilía:
Nos ofrece incluso una fórmula de comprensión de la diferente forma de ser «alter Christus» que se da en el sacerdote y en los demás fieles:
El «alter Christus» del sacerdote es ante todo, para Escrivá, la configuración sacramental que es efecto del Sacramento del Orden:
Vid el punto 947, donde San Josemaría incoa también la temática ipse Christus, identificación con Cristo. [1] Pedro Casciaro, Declaración procesal, fol 715; Proceso Matritense de SanJosemaría, testigo nº 31. [2] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 66, 74, 4, 735, 421, 837, 816, 474. [3] «Sacerdos enim, si alter Christus vocatur et est communicatione potestatis, nonne talis omnino et fieri et haberi debeat etiam imitatione factorum?» (San PIo X, Enc Haerent animos, al clero católico en el 50º aniversario de su ordenación sacerdotal, 4-VIII-1908; ASS 41 [1908] 569). Vid ya antes la expresión en ASS 36 (1903) 135. [4] Désiré Joseph Cardinal Mercier, La vie intérieure. Appel aux âmes sacerdotales. Retraite prêchée a ses prêtres, Beauchèsne, Bruxelles-Paris 1919, pg 143. [5] «Quin immo ipse, quod iure meritoque dicere solemne habemus, 'alter est Christus', cum eius personam gerat secundum illud: 'Sicut misit me Pater, et ego mitto vos'» (Pío XI, Enc Ad catholici sacerdotii, 20-XII-1935, en AAS 28 [1936] 10). [6] El Concilio Vaticano II ha preferido expresar este contenido «teológico-sacramental» hablando con otra expresión tradicional: que el sacerdote actúa in persona Christi. Const Lumen Gentium, 21-XI-1964, nº 10; Decr Presbyterorum Ordinis, 7-XII-1965, nº 2 c: «...ita ut in persona Christi Capitis agere valeant». El Autor de Camino utiliza en sus escritos las dos fórmulas. [7] «Que de fois je me suis laissé dire, que de fois j'ait redit moi-même, jadis: 'Sacerdos, alter Christus': Prêtre, je suis un autre Christ. Mais si tu es un autre Christ, me dis-je, aujourd'hui, avec frayeur, ta vie devrait ressembler a celle du Christ. Or, elle n'en a été, jusqu'à cette heure, que la caricature» (Card. Mercier, La vie intérieure, 1919, pg 143; Mercier transcribe la carta de un sacerdote). [8] El Sacerdote «ita vivat ut alter Christus, qui virtutis suae fulgore hominum universitatem collustrabat atque collustrat» (Pío XI, Encíclica Ad catholici sacerdotii, 20-XII-1935, en AAS 28 [1936] pg 23). [9] La Exhortación Haerent animos, antes citada, tenía como objeto –escribió con su habitual franqueza San Pío X– «sobre todo llamar a los sacerdotes extraviados y tibios». [10] Apuntes íntimos, nº 1691, 10-X-1932. Es claro, en este brevísimo apunte, el juego latente con los dos conceptos teológicos del sacerdos alter Christus: el Autor se propone aquí recordar lo que es en el plano teológico-sacramental para exigirse e implorar serlo en el plano existencial. [11] Apuntes íntimos, nº 101, 25-X-1930. La veneración a los sacerdotes –sean seculares, sean religiosos– es una característica del Opus Dei, cuyo espíritu es eminentemente laical.
(Conversaciones, 20). [12]Apuntes íntimos, nº 1707, 20-VI-1933. [13] Conversaciones, 58. [14] Es Cristo que pasa, 11. [15] «Sacerdote para la eternidad», Homilía pronunciada el 13-IV-73; Amar a la Iglesia, pg 68. El tema ha sido objeto de tres estudios monográficos: Mercedes Otero, «El ‘alma sacerdotal’ del cristiano», en Mons. Escrivá de Balaguer y el Opus Dei, 1985, pgs 293-320; J. L. Illanes, «El cristiano ‘alter Christus – ipse Christus’...», 1994, pgs 605-622; y A. Aranda, ‘El bullir de la sangre de Cristo’, 2000, pgs 203-254. [16] «Sacerdote para la eternidad», Homilía pronunciada el 13-IV-73; Amar a la Iglesia, pg 74. |