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Capítulo
Punto 66
Dirección · Punto 66

 El Sacerdote
—quien sea—
es siempre otro Cristo.

Comentario

camino 67

Después de tratar de la dirección espiritual y del director espiritual, San Josemaría comienza con este punto una serie de diez dedicados a la figura del sacerdote, que es al que de ordinario acuden los fieles en busca de ese consejo para su vida cristiana.

La perspectiva en la que se sitúa San Josemaría es muy determinada: que los fieles capten el «misterio» del sacerdote en la Iglesia, y actúen en consecuencia, con respeto y veneración al sacerdote. Son puntos escritos para los fieles.

Por eso es interesante ver lo que decía a los sacerdotes –o a los futuros sacerdotes– a la vez que escribía estos puntos de Camino. Pedro Casciaro es el que declara:

«Consideró su sacerdocio, desde que tomó tal resolución, como una misión de servicio a Dios, a la Iglesia y a los hombres. Podría resumirlo en lo que me dijo cuando, por primera vez, me preguntó si estaría dispuesto yo a ser sacerdote, señalándome la modesta alfombra roja que cubría la tarima del altar y el presbiterio del oratorio de la residencia de Ferraz 50, en Madrid. Me comentó: ‘Date cuenta que ser sacerdote es ser como esa alfombra, estar muy cerca del sagrario, pero estar dispuesto para que los demás pisen blando y no quejarse por ello’» [1].

Este punto 66 es normativo para el conjunto de los diez, tanto que estimará necesario repetir el «alter Christus» en el punto siguiente. El texto procede del Cuaderno VI, nº 874:

«Día de San Juan de la Cruz, 24-XI-32: El sacerdote –quien sea– es siempre otro Cristo» [2].

En realidad San Josemaría no hace sino recoger la doctrina y la terminología acerca del sacerdote que configuraba la tradición católica (en el punto siguiente dirá que es cosa «sabida») y la espiritualidad sacerdotal. El Papa San Pío X en 1908 expresaba esa tradición con concisas palabras:

«Si el sacerdote se llama y es otro Cristo (alter Christus) por la potestad que se le ha comunicado, ¿no deberá hacerse y ser considerado tal también por la imitación de sus obras?» [3].

El Cardenal Mercier, en 1919, durante su Retraite prêchée à ses prêtres, se pronunciaba sobre el tema en estos términos:

«La tradition chrétienne l'a bien compris et a traduit son sentiment dans cette formule devenue un sorte d'adage théologique: Sacerdos alter Christus, le prêtre est un autre Christ» [4].

Los demás Papas del siglo XX han usado también con frecuencia este adagio tradicional.

La expresión tiene dos sentidos en la literatura espiritual y teológica, perfectamente recogidos en el texto de San Pío X. San Josemaría lla utiliza aquí (y en el punto siguiente) en el sentido que podríamos llamar «indicativo» o «teológico-sacramental», que es el primero en el texto del Papa y al que volverá Pío XI [5], escrito ya el punto de Camino; y, para subrayar este sentido sacramental, agrega entre guiones: «quien sea», es decir, no depende el «alter Christus» (en este primer sentido) del grado de santidad del sacerdote [6].

Pero los autores espirituales [7] y el Magisterio ulterior [8] utilizan también el adagio sacerdos alter Christus en sentido derivado, que es el segundo en el texto de San Pío X y que podríamos llamar «imperativo» o «teológico-espiritual»: exigencia en el sacerdote de ser y vivir como Cristo, de «ser otro Cristo» para los demás. Es claro que el sentido imperativo tiene su fundamento en el indicativo.

Todo esto, que San Josemaría tenía muy vivo ya desde el Seminario, sentía la necesidad de transmitirlo a los fieles, especialmente el sentido teológico-sacramental, porque les ayudaría a comprender y respetar a los sacerdotes, incluso a los que fueran personalmente poco dignos [9]. Pero esta urgencia de transmitir a otros el misterio del sacerdote hay que ponerla en relación, me parece, con la renovada autoconciencia de su propio sacerdocio, que le fue concedida en los Ejercicios Espirituales que hizo en Segovia el mes anterior a nuestro texto, donde sacó este propósito (el noveno de una lista de once):

«Recordar frecuentemente que soy... ¡alter Christus!» [10].

Este sentido del respeto al sacerdote, fundado en el objetivo misterio sacramental que porta consigo, aparecía ya, con otra formulación, en esta nota de dos años antes, cuyo fundamento es éste: todos los sacerdotes son uno y el mismo: Cristo:

«Porque ésa será otra característica de la Obra de Dios: la profunda veneración y respeto que todos sus miembros manifestarán, de palabra y obra e interior sentir, a todos los sacerdotes, de cualquier familia religiosa que sean, de cualquier nación, de cualquier raza: porque el sacerdote –a fin de cuentas– es siempre el mismo y uno: Cristo» [11].

En sus Ejercicios Espirituales de 1933, en Madrid, anotó:

«Fin del sacerdote: Alter Christus..., en la Cruz. Salvar almas» [12].

Siempre, la tradición católica del sacerdocio: la realidad sacramental en cuanto que fundamenta y exige la entrega apostólica.

San Josemaría Escrivá, profundizando en el sentido originario del Bautismo, configurador de toda la existencia cristiana, llegó más tarde –como hemos apuntado en comentario /2– a la conclusión de que el «alter Christus», tanto en el sentido sacramental (indicativo) como en el espiritual (imperativo), era también válido para el cristiano ut talis. El tema se incoa en el propio Camino, en la fase redaccional de Burgos (1938) –vid p/687, que se mueve en el ámbito del sentido teológico-espiritual–, y se hace patente en los escritos posteriores:

«La llamada de Dios, el carácter bautismal y la gracia, hacen que cada cristiano pueda y deba encarnar plenamente la fe. Cada cristiano debe ser alter Christus, ipse Christus, presente entre los hombres» [13].

Y, en su homilía titulada Vocación cristiana, esta doctrina es como la síntesis de esa vocación. Así acaba la homilía:

«Nuestra Señora, Santa María, hará que seas alter Christus, ipse Christus, otro Cristo, ¡el mismo Cristo!» [14].

Nos ofrece incluso una fórmula de comprensión de la diferente forma de ser «alter Christus» que se da en el sacerdote y en los demás fieles:

«Algunos se afanan por buscar, como dicen, la identidad del sacerdote. […] ¿Cuál es la identidad del sacerdote? La de Cristo. Todos los cristianos podemos y debemos ser no ya alter Christus, sino ipse Christus: otros Cristos, ¡el mismo Cristo! Pero en el sacerdote esto se da inmediatamente, de forma sacramental» [15].

El «alter Christus» del sacerdote es ante todo, para Escrivá, la configuración sacramental que es efecto del Sacramento del Orden:

«Soy, por un lado, un fiel como los demás; pero soy, sobre todo, ¡Cristo en el Altar! Renuevo incruentamente el divino Sacrificio del Calvario y consagro in persona Christi, representando realmente a Jesucristo, porque le presto mi cuerpo, y mi voz y mis manos, mi pobre corazón, tantas veces manchado, que quiero que Él purifique» [16].

Vid el punto 947, donde San Josemaría incoa también la temática ipse Christus, identificación con Cristo.



[1] Pedro Casciaro, Declaración procesal, fol 715; Proceso Matritense de SanJosemaría, testigo nº 31.

[2] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 66, 74, 4, 735, 421, 837, 816, 474.

[3] «Sacerdos enim, si alter Christus vocatur et est communicatione potestatis, nonne talis omnino et fieri et haberi debeat etiam imitatione factorum?» (San PIo X, Enc Haerent animos, al clero católico en el 50º aniversario de su ordenación sacerdotal, 4-VIII-1908; ASS 41 [1908] 569). Vid ya antes la expresión en ASS 36 (1903) 135.

[4] Désiré Joseph Cardinal Mercier, La vie intérieure. Appel aux âmes sacerdotales. Retraite prêchée a ses prêtres, Beauchèsne, Bruxelles-Paris 1919, pg 143.

[5] «Quin immo ipse, quod iure meritoque dicere solemne habemus, 'alter est Christus', cum eius personam gerat secundum illud: 'Sicut misit me Pater, et ego mitto vos'» (Pío XI, Enc Ad catholici sacerdotii, 20-XII-1935, en AAS 28 [1936] 10).

[6] El Concilio Vaticano II ha preferido expresar este contenido «teológico-sacramental» hablando con otra expresión tradicional: que el sacerdote actúa in persona Christi. Const Lumen Gentium, 21-XI-1964, nº 10; Decr Presbyterorum Ordinis, 7-XII-1965, nº 2 c: «...ita ut in persona Christi Capitis agere valeant». El Autor de Camino utiliza en sus escritos las dos fórmulas.

[7] «Que de fois je me suis laissé dire, que de fois j'ait redit moi-même, jadis: 'Sacerdos, alter Christus': Prêtre, je suis un autre Christ. Mais si tu es un autre Christ, me dis-je, aujourd'hui, avec frayeur, ta vie devrait ressembler a celle du Christ. Or, elle n'en a été, jusqu'à cette heure, que la caricature» (Card. Mercier, La vie intérieure, 1919, pg 143; Mercier transcribe la carta de un sacerdote).

[8] El Sacerdote «ita vivat ut alter Christus, qui virtutis suae fulgore hominum universitatem collustrabat atque collustrat» (Pío XI, Encíclica Ad catholici sacerdotii, 20-XII-1935, en AAS 28 [1936] pg 23).

[9] La Exhortación Haerent animos, antes citada, tenía como objeto –escribió con su habitual franqueza San Pío X– «sobre todo llamar a los sacerdotes extraviados y tibios».

[10] Apuntes íntimos, nº 1691, 10-X-1932. Es claro, en este brevísimo apunte, el juego latente con los dos conceptos teológicos del sacerdos alter Christus: el Autor se propone aquí recordar lo que es en el plano teológico-sacramental para exigirse e implorar serlo en el plano existencial.

[11] Apuntes íntimos, nº 101, 25-X-1930. La veneración a los sacerdotes –sean seculares, sean religiosos– es una característica del Opus Dei, cuyo espíritu es eminentemente laical.

«La realidad social, la espiritualidad y la acción del Opus Dei se insertan, pues, en un venero muy distinto [del de la vida religiosa] de la vida de la Iglesia: concretamente, en el proceso teológico y vital que está llevando el laicado a la plena asunción de sus responsabilidades eclesiales, a su modo propio de participar en la misión de Cristo y de su Iglesia»

(Conversaciones, 20).

[12]Apuntes íntimos, nº 1707, 20-VI-1933.

[13] Conversaciones, 58.

[14] Es Cristo que pasa, 11.

[15] «Sacerdote para la eternidad», Homilía pronunciada el 13-IV-73; Amar a la Iglesia, pg 68. El tema ha sido objeto de tres estudios monográficos: Mercedes Otero, «El ‘alma sacerdotal’ del cristiano», en Mons. Escrivá de Balaguer y el Opus Dei, 1985, pgs 293-320; J. L. Illanes, «El cristiano ‘alter Christus – ipse Christus’...», 1994, pgs 605-622; y A. Aranda, ‘El bullir de la sangre de Cristo’, 2000, pgs 203-254.

[16] «Sacerdote para la eternidad», Homilía pronunciada el 13-IV-73; Amar a la Iglesia, pg 74.