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Punto 72
Dirección · Punto 72
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Comentario
Texto manuscrito en el segundo semestre de 1938. El clérigo joven es el propio San Josemaría. La gravedad sacerdotal y la petición de los «ochenta años» es un viejo tema en la oración y en la preocupación de San Josemaría Escrivá, que entre bromas y veras, hablaba con frecuencia y escribía sobre ello y, sobre todo, lo pedía al Señor. He aquí un apunte de 1931:
Éste es el más antiguo testimonio autógrafo de lo que fue, como dice Álvaro del Portillo [2], una oración de toda su vida: «¡Dame, Señor, ochenta años de gravedad!» [3]. En 1941, envuelto en un mar de calumnias y de contradicción, escribía al final de su retiro espiritual de aquel año:
Lo más patente en San Josemaría Escrivá, para todos los que le conocían, era –hasta el mismo día de su muerte– su contagiosa y sobrenatural alegría. Ya se ve que era un don de Dios en medio del dolor. [1] Apuntes íntimos, nº 409, 22-XI-1931. Vid VAzquez de Prada, I, pgs 554-556. En Navidad de ese año se dirigía al Señor con estas palabras: «Jesús: quiero ser un nene de dos años, con ochenta inviernos de gravedad y siete cerrojos en mi corazón» (Cuaderno V, nº 506). [2] Comentando en nota 357 el citado texto de Apuntes íntimos. [3] Siendo esto así, llama la atención que en la octavilla original San Josemaría escribiera primero «cien años», que luego corrigió por «ochenta». [4] «Le costaba, pero sonreía siempre», comenta Álvaro del Portillo (nota 1339 a este texto de Apuntes íntimos). [5] Apuntes íntimos, nº 1855s. |