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Punto 590
Humildad · Punto 590
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Comentario
Texto del Cuaderno II, nº 92, fechado en 2-X-1930 [1]. El punto procede de una reflexión que San Josemaría anotó en su Cuaderno a propósito del Opus Dei naciente y de su proyección en el futuro. Como tantas otras veces, al reelaborar el texto para publicación, tomó el núcleo de esa reflexión, quitando los contextos más personales e inmediatos: «Vengo considerando –y lo pongo aquí, porque luego, leyéndolo, se graba más en mí y me hace bien– que los edificios materiales, en su construcción, tienen gran semejanza con los espirituales. Y así como aquella veleta dorada del gran edificio, por mucho que brille y por alta que esté, no importa para la solidez de la obra, mientras, por el contrario, un viejo sillar oculto en los cimientos, bajo tierra, donde nadie lo ve, es de importancia capital para que no se derrumbe la casa..., aunque no brille, como el pobre latón dorado allá arriba... Así, en ese gran edificio, que se llama ‘la Obra de Dios’ y que llenará todo el mundo, no hay que dar importancia a la veleta brillante. ¡Eso ya vendrá! Los cimientos: de ellos depende la solidez toda del conjunto. Cimientos hondos, muy hondos y fuertes: los sillares de ese cimiento son la oración; la argamasa que unirá estos sillares tiene un nombre solamente: expiación. Orar y sufrir con alegría. Ahondar mucho: pues, para un edificio gigante, se precisa una base gigante también» (cursiva del original). El tema edificio y cimientos es de raigambre evangélica (cfr Mt 7, 24-27). El Autor tenía una ficha autógrafa con la reflexión de San Agustín en un sermón sobre Mt 11, 25-29 [2]. He aquí la traducción de la BAC: «¿Quieres ser grande? Comienza por lo ínfimo. ¿Piensas construir una gran fábrica en altura? Piensa primero en el cimiento de la humildad. Y cuanta mayor mole pretende alguien imponer al edificio, cuanto más elevado sea el edificio, tanto más profundo cava el cimiento. Cuando la fábrica se construye, sube a lo alto; pero quien cava fundamentos se hunde en la zanja. Luego la fábrica se humilla antes de elevarse y después de la humillación se remonta hasta el remate» [3]. Si se compara el texto de Camino y el del Cuaderno, podrá comprobarse que, aparte del paso al estilo dialógico, hay un desplazamiento en la interpretación de la parábola del gran edificio. En Camino los sillares son las personas –«tú»–; en el Cuaderno «son la oración». Así lo explicaba ya a Isidoro Zorzano en una carta del año siguiente: «¿Nuestra labor actual? Cada uno de nosotros somos un sillar de los cimientos. A adquirir vigor espiritual, a prueba de pruebas, para poder resistir el ingente peso de la Obra de Dios. Orar. Expiar» [4]. Quiere, pues, San Josemaría, desde el principio del capítulo, situar al lector ante la «eficacia» –eficacia cristiana, eficacia apostólica– de la humildad. Humildad aquí es tratar de pasar oculto, buscar no aparecer , ni ser honrado y reconocido [5]. Una de las dimensiones de la humildad que más cultivó en su vida personal. Vid p/647 y com. [1] A continuación transcribió el futuro p/969. [2] La ficha est en latín: «Magnus esse vis? a minimo incipe. Cogitas magnam fabricam construere celsitudinis? de fundamento prius cogita humilitatis. Et quantam quisque vult et disponit superimponere molem aedificii, quanto erit majus aedificium, tanto altius fodit fundamentum. Et fabrica quidem cum construitur, in superna consurgit; qui autem fodit fundamentum, ad ima deprimitur. Ergo et fabrica ante celsitudinem humiliatur, et fastigium post humiliationem erigitur». Ésta es la referencia que escribió: «S. Augustini (Sermo 10 de Verbis Domini)». Se encuentra en AGP, sec A, leg 50-4, carp 1, exp 19, ficha 12. El legajo reúne textos sobre «cosas pequeñas». Vid com/418 y cap 39 (especialmente p/813 y com). [3] San AgusTin, Sermón 69, 2; BAC 441, 1983, pg 294. [4] Carta de Josemaría Escrivá a Isidoro Zorzano, Madrid 3-IX-1931; EF 310903-1. [5] La doctrina clásica lo expresaba así: «no desear ser honrado y estimado de los hombres, antes huir de todo lo que dice honra y estimación». Así, el P. Alonso RodrIguez, Ejercicio de perfección, Parte 2, tratado 3º, cap 14; AP, 1950, pg 900, que llama a esta dimensión de la humildad «primer escalón de la humildad». |