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Capítulo
Punto 610
Humildad · Punto 610

Tu reciedumbre,
para defender
el espíritu
y las normas
del apostolado
en que trabajas,
no debe flaquear
por falsa humildad.

—Esa reciedumbre
no es soberbia:
es virtud cardinal
de fortaleza.

Comentario

Texto escrito sobre una octavilla Jef, también a partir, como dije, del mismo guión:

«Falsa humildad. Virtud de fortaleza. Derechos personales, derechos del cargo» [1].

Detrás había una larga experiencia personal de la tensión entre ambas virtudes. En los EjEsp de Navidad de 1937, mirando hacia atrás, escribe:

«Humildad y Fortaleza: ¡Qué falta me hace la verdadera humildad! Pero, paralelamente, ¡qué falta me hace también la virtud de la fortaleza! –Con esta virtud hubiera podido evitar una buena parte de los disgustos que me dieron algunos sacerdotes santos» [2].

Ya en 1935 había escrito en su Cuaderno:

«Jesús: humildad es fortaleza» [3].



[1] EjEsp, Plática «Espíritu de humildad», Vitoria VIII-1938; guión nº 118.

[2] Cuaderno VIII dpdo, nº 1435, 21-XII-1937. Esos sacerdotes intentaron vincularse al Opus Dei, pero no entendieron su espíritu. Fue aquélla, para el Fundador, una experiencia personal dolorosa. Por «falsa humildad» –estimaba el Autor– no les hizo notar, con la suficiente claridad, que la Obra no la tenían que inventar ellos, sino que era de Dios y que el Señor se la había hecho ver a él, que era un pobre pecador, pero que era el único a quien correspondía definir su espíritu. Al rememorar los hechos ahora –en su examen de conciencia del retiro– concluye que debió haber empleado más la fortaleza cristiana. Sobre el tema vid Vázquez de Prada, I, pgs 533-642.

[3] El contexto es el mismo que el del pasaje citado de los EjEsp del 37. El Beato Josemaría anota en su Cuaderno la conversación con uno de esos sacerdotes: «Aproveché para decir que en la Obra no hay más cabeza que yo (Jesús: humildad es fortaleza), y que yo consultaré lo que quiera, y dejaré de consultar lo que me parezca: porque en la Obra no hay más que un camino: obedecer o marcharse. Todo esto, dicho muy afectuosamente. Lo cierto es que a todos debo agradecimiento» (Cuaderno VIII, nº 1303, 25-XI-1935). Como dice Álvaro del Portillo (nota al pasaje transcrito), estaban ya bien vencidas las tentaciones de «falsa humildad» que sufría.