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Capítulo
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Punto 939
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Comentario
Punto procedente del Cuaderno III, nº 123, texto fechado por San Josemaría el 9-XII-1930 [1].
Con el estilo propio de Camino, este punto es, en su brevedad, expresivo, casi definitorio, de cómo San Josemaría entiende en 1930 lo que llamará el Concilio Vaticano II en 1964 la «índole secular» de los fieles corrientes, de los laicos [2]. «Ser del mundo» como afirmación cristiana de las realidades humanas y del orden de la creación, y «ser mundano» como cesión ante la dinámica pecaminosa del «mundo», que no conoce a Dios (Jn 1, 10), y cuyas obras son malas (Jn 7, 7). Este mensaje teológico llega al lector por la mediación de una tensión entre sinónimos, como ha puesto de manifiesto el lingüista alemán Hans-Martin Gauger [3]: «En cuanto a la frase de 'Camino', me refiero a mi teoría del 'contexto sinonímico', que saca a la luz las diferencias entre los sinónimos: aquí es entre 'del mundo' y 'mundano'. Quiero decir que en otros contextos no sale necesariamente esta diferencia, muy importante en este caso para el autor, porque toda la frase depende de la diferencia entre 'mundano' y 'del mundo'. Lo que muestra la sensibilidad lingüística del autor: oponiendo los dos sinónimos hace ver la diferencia, que es, para él, insisto, fundamental; 'mundano' no es sólo 'del mundo', lo podría ser en otros contextos, como 'fraternal' no es sólo 'del hermano'» [4]. [1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 939, 128, 551. [2] «Laicis indoles saecularis propria et peculiaris est» (Conc Vaticano II, Const Lumen Gentium, nº 31). Esta «índole secular» fue objeto de una detenida consideración por el Papa Juan Pablo II en la Exhortación postsinodal Christifideles laici, 30-XII-1988, nº 15:
AAS 81, 1 (1989) 416 (cursiva en el original). [3] Vid Hans-Martin Gauger, Durchsichtige Wörter. Zur Theorie der Wortbildung, C. Winter, Heidelberg 1971, pg 96. Gauger toma este punto de Camino, junto al pasaje que allí cita de la famosa «Oraison funèbre» de Bossuet, como prototipos de su teoría del «contexto sinonímico». [4] Respondía así a una consulta mía. Continúa el ilustre filólogo:
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