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El apóstol · Punto 946
Si queréis entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios |
Comentario
Entrevista a Florence Oloo - Vicerrectora de la Universidad de Strathmore en Kenia, una iniciativa promovida por mujeres del Opus Dei. En el video agradece la ayuda que presta Harambee a África y a Kenia. Este es un punto procedente del Cuaderno IV, nº 234, de un texto fechado en 19-VIII-1931 [1].
En la terminología de los Apuntes íntimos de San Josemaría la expresión «los hombres de Dios» o «los hombres y las mujeres de Dios» es con frecuencia una manera de designar a los fieles del Opus Dei. Cuando esto es así, suele subrayar la expresión, como en este caso. Así pasó el texto al impreso de Consideraciones espirituales de Cuenca. Al preparar Camino durante su estancia en Burgos San Josemaría dio con una expresión más amplia y elocuente, que transmite de manera directa el mensaje:
Por lo demás, este punto hay que ponerlo en estrecha relación con el punto 332, que le precede inmediatamente en el Cuaderno. Fue escrito a renglón seguido de transcribir la frase del P. Sánchez, su confesor, que daría origen a ese punto («Al que pueda ser sabio no le perdonamos que no lo sea»). Como se ve por la secuencia de ambos puntos en el Cuaderno, el punto 946 tiene carácter de comentario, de reflexión puntualizadora: los hombres y las mujeres de Dios que puedan ser sabios deben serlo, ciertamente. Pero «antes que sabios»... hay algo más importante en su vida, que es el mensaje del punto: la primacía radical de la vida de la gracia y de la unión con Dios en la oración y en la expiación. Es algo que está por encima de toda ciencia humana. Concepción Naval, Vicerrectora «Ellas no hace falta que sean sabias». Esta es una expresión sumamente pegada a la realidad de la mujer en la época, en la que las jóvenes accedían escasamente a la Universidad. Cuando le preguntaron sobre esta cuestión en 1972, San Josemaría respondió:
Esa situación fáctica de la mujer en aquella época no era impedimento –en el pensamiento de San Josemaría– para que las mujeres, igual que los hombres, pudieran santificarse en el ejercicio de la tarea humana, profesional y social que de hecho se ofrece en cada circunstancia histórica.
San Josemaría no exigía a las mujeres que pudieran venir a la Obra [3] un empeño inhumano por lograr ser «sabias» en aquellas circunstancias; y evenía a decir: si lo pueden ser, bien; pero «no hace falta». La dinámica de la sociedad ha llevado a la actual situación de presencia creciente de las mujeres en todos los ámbitos de la cultura y de la ciencia; y, por tanto, de las mujeres del Opus Dei [4]. Álvaro del Portillo, anotando este pasaje del Cuaderno IV, escribe:
Es interesante hacer notar que en el año 1932 San Josemaría tenía planteada, de manera personal, una cuestión semejante. En su Cuaderno anota un esquema de la conversación que quiere tener con su Director espiritual:
El Autor de Camino se plantea, pues, una alternativa semejante a la de este punto 946 y elige para sí lo mismo que considera entonces factible para las mujeres: se ve a sí mismo sacrificando su innata tendencia a la cátedra universitaria (sabio) en aras de su vocación a fundar el Opus Dei, conformándose con ser «discreto». Kike Gómez-Haces, empresaria. La realidad de su vida muestra, por cierto, el alto concepto cultural y humano que tenía de ese ser «discreto» [7]; especialmente si se trata de mujeres, como explicaba, con humor, al día siguiente del encuentro ya citado:
[1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 367, 332, 946, 398. [2] Notas de un coloquio con mujeres, Madrid 27-X-1972; AGP, sec A, leg 51. [3] Cuando escribe estas consideraciones todavía no pertenecía al Opus Dei ninguna mujer. [4] Vid en este sentido La mujer en la vida del mundo y de la Iglesia, entrevista realizada a San Josemaría por Pilar Salcedo en 1968, publicada en Telva (Madrid) el 1-II-1968, e incluida en Conversaciones, nn 87-112. [5] Álvaro del Portillo, nt 254 a Apínt. [6] Cuaderno V, nº 678, 3-IV-1932; la cursiva es mía. [7] El Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española, 2ª edición, Madrid 1732, definía así la palabra «discreto»: «Cuerdo, de buen juicio, que sabe ponderar y discernir las cosas, y darle a cada una su lugar». [8] Notas del citado coloquio con mujeres, Madrid 28-X-1972; AGP, sec A, leg 51. |