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Capítulo
Punto 187
Mortificación · Punto 187

 Paradoja: para Vivir hay que morir.

Comentario

camino 187

Original manuscrito en Cuaderno IV, nº 398, 18-XI-1931 [1]. El texto de Camino no procede en este caso de una «consideración», apuntada de forma autónoma en el Cuaderno, sino de un lance de la intimidad de San Josemaría en su relación con Dios [2], del que toma para Camino –para el velógrafo, primero– la consecuencia final:

«18 – noviembre – 31: He sabido que una determinada persona dice de mí, sin motivo, cosas mortificantes. Me ha dolido. Esto y algo, que contaré después, me ha hecho trepidar, perder durante un par de horas la paz.

Luego, he encomendado al Señor a esa pobre mujer, que tanto se preocupa de mí, y he dicho: que hablen todo lo malo de mí, no me importa..., todavía se quedarán cortos. Creo que, sin embargo de este pensamiento querido por mi voluntad, lo que más me ha dolido ha sido el desprecio que envolvían las frases de aquella pobre mujer. ¡Cuánto hay que matar en mí! ¿Cuándo me convenceré de esta otra paradoja?: para Vivir hay que morir» [3].

«Vivir», con mayúscula (la única vez en el libro; «Vida», en cambio, es muy abundante). El «morir» que lleva a este Vivir –vivir la vida nueva de los hijos de Dios– es el morir paulino a nosotros mismos (cf. Rm 6, 1-13; Flp 1, 21). Éste es el sentido y el mensaje del texto.

Escatológicamente significa sin duda la muerte personal como camino hacia la plenitud de la Vida, tema que el capítulo «Postrimerías» desarrollará abundantemente.

Pero San Josemaría aquí está viendo la anticipación escatológica en la batalla cotidiana del cristiano: para que Cristo viva en nosotros –eso es «Vivir»– hay que «morir por la mortificación»: así lo dirá con toda claridad formal en el p/199. Leer , en este sentido, la estación xiv del libro Via Crucis de San Josemaría.

Vid el punto 218, casi idéntico a este otro en formulación y mensaje. Vid también el comentario al punto 738.


[1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 187, 596, 443, 762.

[2] El texto se encuentra en el nivel b, no el d, de los Apuntes íntimos.

[3] Álvaro del Portillo, en nota a este pasaje de los Apuntes íntimos. escribe:

«Éste fue el modo constante de reaccionar de nuestro Padre siempre, cuando el Señor permitió que hubiera grandes contradicciones contra la Obra y contra su persona: ‘Por mucho malo que digan de mí –decía– siempre se quedarán cortos’».